¿En el norte del Cauca, hay tierra para tanta gente?
Por: Luis Eduardo Banderas Fori
El norte del Cauca, tierra de gente amable, pujante y trabajadora; tierra cubierta de verdes montañas y extensas llanuras, bañada por quebradas y grandes ríos, con una gran riqueza turística, gastronómica y cultural. Aquí, en el norte del Cauca, existe el mayor potencial productivo y competitivo del departamento, quizás por su ubicación estratégica y su cercanía con el puerto de Buenaventura y con el aeropuerto de Cali, lo hacen la tierra prometida para cualquiera que quiera generar desarrollo y condiciones de bien-estar.
Es el norte del Cauca, el lugar donde habitan indígenas, afros y mestizos, y que decir de su riqueza organizativa social y comunitaria, en fin, es aquí donde encontramos el mejor ejemplo de diversidad y multiculturalidad.
Sin embargo, en este terruño que goza de bondades infinitas, desafortunadamente, se ve empañado por la violencia, el conflicto armado, los cultivos de uso ilícito, la minería ilegal, el narcotráfico y las tensiones étnico territoriales que cada vez se agudizan más, y donde centraremos la mayor atención.
Las tensiones étnico territoriales, tienen una relación directa con las pretensiones de comunidades étnicas, organizaciones y en su defecto personas a título individual que quieren acceder a nuevas tierras y expandir su territorio, y, por otra parte, quiénes hacen defensa del mismo.
Vale aclarar que estos conflictos no nacieron ayer, podríamos remontar muchos de ellos a finales de la década de los años 80`s como ocurrió con la hacienda El Nilo, en el municipio de Caloto, donde la disputa por ese predio entre comunidades indígenas y propietarios, además de fuerzas oscuras alrededor de dicha situación, permitió que se presentara uno de los hechos más violentos que terminó con la vida de 21 indígenas, conocido históricamente como la masacre del Nilo.
De allí en adelante, los múltiples incumplimientos del Estado para la compra de tierras como mecanismo para resarcir el daño causado, sumado a los intereses de comunidades de expandir su territorio, ha dado origen a otras tensiones en otros predios como son las haciendas La Emperatriz, Japio, Canaima, La Arrobleda, ubicadas en el municipio de Caloto; de igual manera en las haciendas El Chimán en Guachené; Miraflores en Corinto; Ucrania en Padilla, solo para mencionar algunas, y que han generado enfrentamientos con la fuerza pública, ataques entre civiles y una confrontación donde aparecen nuevos actores, que también tienen pretensiones territoriales, así mismo la comunidad afro quienes aducen tener la jurisdicción territorial por lo amparado en la Ley 70 que permitió la creación de consejos comunitarios de comunidades negras, sumado a los pequeños, medianos y grandes propietarios que no están dispuestos a permitir salir de sus tierras y su territorio, lo que ha ocasionado agudizar la conflictividad inter étnica, propiciar una inestabilidad social y estar en un mar desconfianza y desazón para invertir, explotar e incluso para vivir en estas bellas tierras, lo que se agrava más con los hechos acontecidos en los últimos días, que dejó el lamentable saldo de 2 personas muertas en El Tetillo municipio de Padilla, Cauca.
Vale aclarar, que, como país, se han dado grandes pasos en la búsqueda de la paz y la convivencia, prueba de ello, el más reciente acuerdo de Paz firmado por el expresidente Juan Manuel Santos Calderón junto con las extintas FARC. También, los innumerables esfuerzos de negociación con el ELN, así mismo, con las distintas organizaciones al margen de la Ley, que han venido dando pequeños frutos, pero que no han sido suficientes para estar en armonía y en condiciones de dignidad en los territorios.
También, a nivel social y organizativo en el departamento del Cauca, se han generado espacios para la concertación y la búsqueda de mecanismos para la resolución de conflictos, tales como: La Mesa de Tierra, La Mesa Inter Étnica e Inter Cultural y diferentes mesas de concertación que sin duda, han permitido el dialogo entre las partes y abordar temas de las tensiones de las que se ocupan, pero que resulta paradójico que en ocasiones la palabra empeñada a las salidas concertadas, vaya en contravía de la realidad, dado que las tensiones persisten en los territorios.
Ahora, con la llegada del gobierno del presidente Gustavo Petro Urrego y la vicepresidenta Francia Helena Márquez Mina, con las expectativas del cumplimiento de los acuerdos de la Habana, con una apuesta para realizar una reforma rural integral y con la llamada Paz Total, que de seguro, debe estar revestida de inversión social, de concertación con los diferentes gremios y sectores empresariales, con las organizaciones sociales, con grupos políticos, con la insurgencia, pero sobre todo, con nosotros, la gente de a pie, que nos convertimos en la carne de cañón en esta guerra fratricida. Tal como lo hemos vivido en los últimos años y como ya lo mencionamos anteriormente, donde está en riesgo la vida misma. Así las cosas ¿Cuántos muertos más tendrán que haber para que esto pare?
Volviendo al tema de la tierra y el territorio, será el gobierno nacional quien tendrá que definir una política clara para afrontar esta situación, necesitamos una pronta solución y, por supuesto, esta deberá estar de la mano del gobierno departamental y los mandatarios municipales. De igual manera, la reforma rural integral tendrá que ser una realidad, pero una realidad en derecho, algo tangible dónde la justicia social y la equidad que promulga el actual gobierno nacional, sea de verdad la que permita coexistir en nuestros territorios y que no se favorezca en particular, a ningún sector o grupo étnico, social, político o económico, sino, que apunte a resarcir la deuda histórica que tienen con el país, y especialmente, con nuestro departamento, el departamento del Cauca. Amanecerá y veremos, dijo un ciego. Ahora, cómo dice la canción del Gran Combo de Puerto Rico «No hay cama pa’tanta gente» la pregunta concreta ¿En el Norte del Cauca, hay tierra pa’tanta gente