Por: MARCO ANTONIO VALENCIA CALLE
@valenciacalle
Cuando a “un habitante de calle” le dijeron que estaba prohibido orinarse en la vía, porque la calle era de todos, se le iluminó la mollera, se subió la bragueta, y con voz de payaso empezó a rematar un pedazo de Parque, porque como el parque era de todos, “él, por motivo de viaje”, vendía lo que le correspondía, y por lo que le dieran.
Después de reírnos, y de reírnos mucho, le explicamos al ilustre negociante que, si bien el parque y las calles son espacios públicos, y pertenece a todos y cada uno de los ciudadanos, no son de nadie en exclusiva, menos de los vendedores ambulantes que para sí los reclaman. Pero tampoco de los dueños de locales que piden despejes, ni de los transeúntes que reclaman su derecho a caminar por aceras espaciosas y tranquilas. Ni de la policía que ronda, ni del gobierno municipal que las interviene. Es de todos, para todos, pero es de nadie.
El fenómeno de los vendedores ambulantes en los espacios públicos, es un asunto a tratar en todas las ciudades colombianas y crece en forma proporcional a la pobreza de sus gentes.
Entonces, la pregunta no es cuántos vendedores ambulantes hay, sino cuántos pobres de más, tenemos ahora. Y es claro que preferimos tener en las calles a mil vendedores que, a mil ladrones, porque la gente no se va a dejar morir de hambre. En otras palabras, cuando una persona se queda sin trabajo, se corre el peligro de que se dedique a robar para no morir de hambre. Y en el mejor de los casos, se convierta en vendedor callejero de cualquier cosa.
Este tema de los espacios públicos y los vendedores ambulantes es un asunto sensible, delicado, visceral, y hasta peligroso. Y por eso, después de escuchar a varias personas sobre al asunto, replico sugerencias que me parecen soluciones responsables:
1). No hay que darles la espalda a los vendedores: y la policía con bolillo, y decomisos no es la solución. La policía debe dedicarse a proteger el pueblo, a ser amigo del pueblo, no a obrar como su enemigo.
2). Hay que reunir a los vendedores callejeros, agremiarlos y exigirles cumplimiento de normas higiénicas, salubridad y seguridad en todo sentido.
3). Que vendan o salgan a trabajar por días, en horas y zonas asignadas por la alcaldía y (asesoría de la Cámara de Comercio) únicamente.
4). Que entiendan que no todas las calles, ni todos los andenes deben ocuparse.
5). Que deben responder por la seguridad de la calle para los transeúntes y cada vendedor debe ser un policía cívico activo, un ciudadano ejemplar, un comerciante involucrado en el desarrollo de la ciudad.
6). Que se comprometan con el aseo público -durante y después- de las jornadas laborales.
7). Que se ubiquen de tal manera que permitan entrar y salir de los almacenes sin mayores obstrucciones. Que no obstruyan la movilidad de peatones, motos ni carros.
8). Que se comprometan a vender productos buenos y de calidad; que no fomenten la venta de artículos robados, ni chichipatos, ni clonados, ni de mala calidad.
9) Que se dejen censar, que paguen un mínimo de impuestos o arrendamiento al municipio.
10) Que firmen compromisos de permisos provisionales para sus ventas callejeras.
11) Que se entienda que los permisos para vender no constituirán un derecho adquirido. 12) Que las ventas de comidas se hagan con esmero de salubridad (guantes, tapabocas, gorros, vitrinas, certificados de salud, etc.) Que no friten alimentos en la calle.
13) Que se sectoricen las ventas: cuadras de comida, otras de frutas, otras de ropa, otras de juguetes.
14). Que se asuman las ventas ambulantes como empleos transitorios. Que su misión sea convertirse en comerciantes formales.
15). Que desde la administración municipal se les brinde apoyo legal, psicológico, laboral y comercial para que “los pobres” no sigan siendo pobres y tengan que vivir en las calles de “ambulantes” y en zonas “púbicas”
16) Que se organice y racionalice el servicio de mayoristas que los proveen de artículos de calidad (organización de cooperativas).
17) Por demás, que se intervenga en el negocio de los prestamistas de dinero “gota a gota”, para evitar el abuso de usura hacia los pobres rebuscadores.
Es necesario decir que existen los vendedores ambulantes, porque hay “compradores ambulantes”. Y que los compradores son más pobres, desordenados y chichipatos que los vendedores y rebuscadores callejeros.
Compradores tacaños que quiere adquirir productos baratos, al menudeo, sin importar si son de mala calidad o robados, para poder ahorrarse unos pesos.
Compradores tacaños que no quieren caminar hasta una plaza de mercado o centro comercial para horrarse unos pesos.
Compradores de malas mañas que le importa un pito la economía legal. Compradores que no miran el futuro ni el desarrollo de la ciudad.
En fin, hay gentecita que compra, y quiere comprar robado, chiviado, sin impuestos, sin pesar, al ojo y nada más.
Compradores que les importa un pepino la vida de las campesinas que venden en la calle alimentos sucios, feos, infectados, desaseados… No, nada de eso les importa, lo urgente para ellos, es comprar barato sin caminar mucho… eso es.
Este negocio maluco de los vendedores ambulantes, y de los compradores chichipatos, exige y requiere una gran campaña a la ciudadanía para crear conciencia de las compras legales, y de los peligros de comprar en la calle.
¿Quién lo hace, quién se le mide, de quién es la responsabilidad?